Con una gran capacidad para introducir sus huevos en una amplia gama de frutos de piel blanda con madurez, Drosophila suzukii está causando considerables impactos en berries y cerezas en distintas partes del mundo. En Chile fue encontrada por primera vez en 2017. Durante los últimos tres años se está realizando un profundo trabajo para promover el manejo integrado de esta plaga, con el fin de evitar su propagación.
Gastón Ulloa, Gerente Técnico de Biofuturo
La distribución de Drosophila suzukii a nivel mundial se ha visto favorecida por el incremento de la comercialización internacional de fruta fresca, que en conjunto con los aspectos morfológicos y adaptaciones fenotípicas propias de la especie, han propiciado su rápida propagación, ocasionando una tardía respuesta de la agricultura. Esta especie invasora es un insecto nativo del sudeste asiático, correspondiente al orden díptero (moscas), familia Drosophilidae y presenta una amplia distribución en el mundo.
Su relevancia es que afecta a la fruta sana presente en los huertos previo a la cosecha. Su característica más particular –y que la distingue de otros drosophilidos– es su capacidad de oviponer en fruta sana a través de su ovipositor aserrado, lo que le permite introducir sus huevos en una amplia gama de frutos de piel blanda con madurez, que van desde pinta a fruta sobremadura, y tras lo cual desarrolla toda su fase larvaria al interior del fruto hasta la emergencia del estado adulto. Es necesario destacar que es la hembra la que desarrolla el daño.
D. suzukii se caracteriza por ser una especie que presenta un hábito alimenticio carpófago en su fase larvaria, la cual no requiere fruta sobre madura ni previamente dañada como ocurre con la mayoría de los drosophilidos, particularidad que amenaza al rubro frutícola.
Adicionalmente, el daño físico que produce la hembra al ovipositar, permite el acceso a infecciones secundarias provocadas por patógenos como hongos y bacterias, que aceleran el deterioro de los frutos, convirtiéndolos en productos no comercializables.
Se destacan también su tamaño reducido –lo que complejiza su correcta identificación–, su alta tasa reproductiva, la variada gama de frutales hospedantes (cultivados y silvestres), su adaptabilidad a condiciones de alta humedad relativa y la susceptibilidad a generar resistencia a moléculas agroquímicas tradicionales, entre otros aspectos.
Rápida distribución y alto impacto en los cultivos
A nivel mundial, la información de las pérdidas económicas son escasas. Es posible destacar la situación de EE.UU., reportada por Bolda en el año 2010, donde se estima que las pérdidas causadas por los daños producidos por D. suzukii en cultivos de frutas finas (cereza, frutilla, zarzamoras y otros) en la costa oeste, podrían haber superado los US$500 millones. Mientras, en otras zonas de Europa, específicamente en Cataluña, en España, los daños económicos más elevados se produjeron en 2011, donde se perdió hasta el 80% de la cosecha de frutilla y el 100% de las cerezas, especialmente en las de manejo orgánico, según lo señalado por Sorribas Royo en el año 2013.
Su hallazgo se remonta más de un siglo atrás. La plaga fue encontrada por primera vez en Japón en huertos de cerezas el año 1916, siendo nombrada en 1931 por Matsumura, quien la denominó D. Suzukii. Durante los siguientes años, el insecto se propagó progresivamente a los demás continentes.
El primer reporte en Europa se registró en España hacia 2008. Paralelamente, ese mismo año fue detectada en el condado de Santa Cruz, en EE UU, y lo propio ocurrió en México en 2011. En Sudamérica, el primero en documentarlo fue Brasil en 2014, seguido por Argentina y Uruguay ese mismo año.
En Chile, D. suzukii fue detectada por primera vez en mayo de 2017, gracias a capturas en trampas ubicadas en zarzamoras a orillas del Camino Internacional Villarrica-Pucón, que viene del paso fronterizo Mamuil Malal con Argentina (SAG, 2017). A casi cuatro años desde las primeras capturas, se ha distribuido en gran parte de las zonas del territorio nacional donde se desarrolla actividad frutícola, identificándose oficialmente como plaga desde la Región Metroplitana a la Región de Los Lagos, y como plaga con estatus en evaluación en las regiones de Coquimbo, Valparaiso y Aysén. En todo este tiempo, a pesar de existir información de daños productivos, aún no han sido cuantificados los costos asociados a ellos.
Considerando los daños reportados por Drosophila suzukii, tanto a nivel mundial como en nuestro país, resulta de suma importancia adoptar medidas de vigilancia a través de las cuales se descarte y/o confirme la presencia de esta plaga. Así también, es necesario evaluar sus niveles de infestación, a fin de recabar información bajo la que se puedan establecer cimientos sólidos que propicien actividades estratégicas claves para programas fitosanitarios oportunos, preventivos y certeros.
Investigación en Chile
Así es como Biofuturo y el Comité de Arándanos de Chile-Asoex han desarrollado diferentes investigaciones en laboratorio y en campo, en torno a la problemática generada por la plaga, para dar paso a soluciones que sean eficientes y eficaces en el control de D. suzukii.
Las actividades investigativas se iniciaron en 2018, gracias al apoyo de Corfo, que le adjudicó un Voucher de Innovación con el cual desarrolló un sistema de monitoreo preventivo para D. suzukii. Este le permitió realizar el seguimiento semanal de ocho predios pilotos entre las regiones del Biobío y Los Lagos, con capacitación al personal de los predios, evaluación de trampas y la obtención de información de la fenología de los principales hospederos de D. suzukii en la zona centro sur de Chile.
Los resultados de este trabajo colaborativo fueron la base para el desarrollo de un sistema de vigilancia integral en el país, apoyado en prospecciones prediales, lo que permitió la identificación de puntos críticos, monitoreo de estados adultos a través de trampas de captura, muestreo y análisis de fruta, reconocimiento e identificación taxonómica de la especie, entre otras actividades.
Posteriormente, ese mismo año le fue adjudicado un proyecto de bienes públicos que permitió más avances para el mundo frutícola. Este derivó en la creación de drosoalert.cl, una plataforma online de apoyo para la toma de decisiones que facilita el establecimiento de estrategias de prevención, seguimiento y control de D. suzukii. Todo control no es efectivo, si no se realizan otras acciones, por ejemplo, el control cultural basado en la limpieza de las áreas de producción y procesamiento, evitando fruta remanente en los huertos productivos; el uso de contenedores para depósitos de basura, comedores y sitios de flujo de personal cerrados; y la instalación de corredores herbáceos con especies aromáticas –como la menta piperita– para ser usados de forma repelente.
En casos justificados, el control mecánico se hace imprescindible, a través de la utilización de trampas de captura masiva para disminuir las cargas poblacionales de D. suzukii que, sumado al control químico con las correspondientes rotaciones de moléculas, logran mitigar el ascenso poblacional de la plaga.
Respecto del control biológico, hoy Biofuturo está investigando para ofrecer nuevas herramientas para el manejo integrado de la plaga. Entre ellos se puede mencionar, de manera exclusiva, la masificación de los parasitoides de pupas y larvas pertenecientes a los géneros Leptopilina y Trichopria, que podrán estar disponibles a mediados de la temporada 2021-2022.
Actualmente, los avances investigativos están permitiendo vislumbrar alternativas de control biológico exitoso, siempre y cuando se realicen actividades basadas en un monitoreo integral de la plaga, que incluya los aspectos mecánico, químico, biológico y cultural. De manera independiente, ninguno de ellos será capaz de mitigar los daños ocasionados por D. suzukii.
Fuente:
RedAgrícola